RECONOCIMIENTO A LEOPOLDO FEDERICO EN RAMOS MEJIA

“Quisiera morirme tocando”
El notable bandoneonísta Leopoldo Federico, uno de los más grandes cultores de este instrumento que ofreció el tango, recibió una plaqueta de reconocimiento por su trayectoria y como vecino de Ramos Mejía cuya fama, talento y virtudes ciudadanas han trascendido por mucho la geografía de la localidad y son apreciadas en todo el ámbito de la música tanto nacional como internacional.
El evento fue organizado por el Rotary Club de Ramos Mejía y tuvo lugar en el salón de la Casa de Auxilio.
Nacido en el barrio porteño de Once el 12 de enero de 1927, se estableció en Ramos en 1951 cuando recién se casó, hace ya más de 60 años. “Vine por un período transitorio, rememoró el artista. Yo trabajaba en el centro hasta altas horas de la noche y volver a casa en el Sarmiento era complicado. Si perdía el último tren había que esperar hasta el primero de la madrugada. Así que la idea era permanecer aquí por un tiempo corto. Pero me fui quedando y quedando y ya después nunca me pude ir”.

A la cena que se sirvió en su honor concurrió acompañado por uno de sus hijos, Manuel, y tres de sus nietos. Uno de ellos, Emiliano, invitado a dirigirle unas palabras a su abuelo, describió de una manera simple y contundente la profunda relación que existe entre ambos: “Nos saludamos para el día del amigo”. Una frase breve que lo dice todo.

El ingeniero Norberto García, en nombre del Rotary, al explayarse sobre las razones de este reconocimiento a la notable trayectoria del músico, señaló además que este acto, que se efectuó este año por primera vez, iba a ser de aquí en más una constante que se repetirá cada año y que recaerá, como en esta oportunidad en Leopoldo Federico, en distintos vecinos que se destaquen por su trabajo o su talento más allá de Ramos Mejía. Señaló que de alguna manera era una deuda que tenía la institución con los vecinos destacados de la comunidad.

En este sentido, al agradecer la plaqueta que recibió, el homenajeado destacó la alegría que le daba el hecho, entre otras cosas por ser la primera vez que ocurría en el lugar donde vivía. “Soy un vecino más de los que camina por la calle, con el que se pueden cruzar en la panadería o el almacén”. También resaltó su pasión por la música. “Quisiera tener un poco más de vida para no dejar la música, quisiera morirme tocando”.

Cadena solidaria

Participó también del evento como invitado Antonio Trapanotto, un vecino de Ramos Mejía quien a través del Rotary pudo concretar que un trabajo suyo solidario, beneficioso para la comunidad, se transformara además en una donación para una institución educativa de la localidad.

En el año 2004 “La barra” publicó la historia de Antonio. En aquel momento se hallaba abocado a una tarea de gran magnitud: reparar el reloj de la torre de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen de Ramos Mejía que hacía años que no dejaba oír sus campanas. Una iniciativa voluntaria que le demandó muchas, muchas horas de dedicación, de estudio del problema, de trabajo. Finalmente, para regocijo de todos, el reloj volvió a funcionar y se pudieron volver a escuchar sus campanadas.

Por otro lado, Antonio trabaja en la firma IBM, empresa que tiene una política de donaciones a instituciones de la comunidad pero a través del voluntariado de sus empleados. Es decir, cuando uno de sus empleados realiza un trabajo solidario, IBM efectúa una donación equivalente a las horas solidarias trabajadas a la institución que el empleado elija.

La reparación del reloj demandó unas 380 horas de trabajo. Además desde que volvió a funcionar Antonio continúa a cargo del mantenimiento y de darle cuerda una vez por semana. Todo esto se tradujo en dos equipos de aire acondicionado y un televisor para la Escuela de Estética Nº 1 de Ramos Mejía, elementos muy necesarios para la institución. Y como las horas eran muchas, también alcanzó para colaborar con A.P.A.C.I.D.

Los requisitos administrativos de este tipo de donaciones, hicieron que fuera necesario que ésta pasara por una institución como el Rotary.

En definitiva se juntaron todos los eslabones necesarios para que la cadena solidaria llegue a destino.
Fuente: Periódico La Barra

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