Guillermo López: Llevo el barrio en el alma

 Fuente: Clarín Espectáculos
 Hola, Guillermo ’, se presenta el muchacho del rincón del bar, a metros de la calle Corrientes, en la que un afiche lo reproduce, con nombre y apellido, en caso de que hiciera falta contar quién es. Con más de diez años en televisión, entiende que “éste es un medio en el que rápidamente la gente pierde el eje y la humildad, y se come un personaje que a lo mejor no es. 
Entonces yo trabajo para todo lo contrario, para no olvidar que tengo un lugar ganado a fuerza de laburo y de mucha honestidad. 
Estoy contento de que, cada vez que me encuentro con mis amigos, ellos me reconocen eso de seguir siendo el mismo que era antes de ser ‘el pelado de CQC ’. 
Por suerte mis viejos me inculcaron la humildad”, se ufana un López más de la guía, cosa que no le quita el sueño. ¿Se juega la identidad cuando te llaman ‘el pelado de “ CQC ”’? No, estoy muy orgulloso.


Primero fui ‘el pelado de CQC ' , luego ‘ el pelado de CQC y Zapping ' , ahora soy sólo ‘el pelado ’ y eso se empezó a transformar en sello. 
Me lo puso Mario (Pergolini) y al principio lo loco era que tenía que responder a un apodo que en 32 años no había tenido.
¿Qué, antes tenías melena? 
Tenía un pelo bárbaro, muy valorado no sólo por mis amigos, sino por las chicas, que me lo envidiaban.
¿Color?  
Castaño claro, que mejoraba en el verano, con la pileta, cuando agarraba un toque más claro. Después me empecé a rapar. Amparado en su réplica fácil, en esa capacidad para hacer de una charla un diálogo ágil, condimentado con la gracia que la vida le dio -y a la que él sabe sacarle punta-, se sienta en la silla del entrevistado con la misma comodidad con la que asombró como notero y se consolidó como conductor.
La espontaneidad, donde sea que esté, parece ser su mejor arma. Frente a un cortado, en una mesa que tiene anotaciones sobre el espectáculo (ver Unipersonal ) que estrenó esta semana, recuerda que “en la secundaria estaba medio a la deriva, sin saber muy bien qué iba a hacer después. 
Lo que sí tenía era cierta desinhibición para encarar. En el club, por ejemplo, yo era el encargado de pedir prestada la pelota, o era el productor a la hora de armar el partido: me levantaba primero y pasaba a buscar a cada uno por su casa. Siempre fui generador... pero en cosas colectivas. Tengo la teoría de que hay que estar bien rodeado para lucirse mejor”. 
La frase encuentra en el fútbol un claro ejemplo de lo que dice. Y su dominio del área chica completa mejor el concepto: “Jugaba de 9, un exquisito goleador. 
Pero para que la metiera, la pelota me tenía que llegar limpia y eso era tarea de mis compañeros”. Hincha de River, con el ‘Beto’ Alonso y Enzo Francescoli entre sus máximos referentes, cuenta que “en la adolescencia quería ser futbolista.  
Vivía en Villa Sarmiento, entre Ramos Mejía y Haedo, y en la calle México, que es empedrada, armábamos picaditos. Y como sobre adoquines la pelota pica para cualquier lado, cuando pasamos a cancha de 11 la rompíamos”. Ya sin los cortos, reconoce que maneja “cierta calidad, pero las piernas no me responden como antes. Nunca me llegué a probar en las inferiores. Cuando me avivé, estaba para técnico”. 
Ya con los botines guardados y descartado el ‘plan B’ de ser periodista deportivo, a los 18 siguió los pasos de su hermano -escenógrafo y director de arte-, que estudió teatro con Agustín Alezzo. “Y me súper enganché. 
Al año y medio me di cuenta de que quería actuar. Y un día Alezzo me dijo ‘Vos tenés el don del humor. Deberías explotarlo ’. Y eso me quedó. Bueno, también me dijo ‘Vos tenés la sensibilidad necesaria para trabajar en esto, pero sos un vago. Tenés que comprometerte más’ . Y con el tiempo descubrí que era muy trabajador... 
En este medio mucha gente está cansada y me da risa: me cruzo con un Gran hermano que está agotado porque fue a cuatro boliches a hacer presencia y digo ‘Ah, no entendiste nada’ . Yo laburo desde los 18 años”. 
Comenzó como vendedor de golosinas y después, “cuando ya elegí la actuación, hice un bolo en La banda del Golden Rocket , en el ‘92, pero me llevó diez años ganar un lugar en la tele, cuando en 2002 me eligieron para CQC (ciclo en el que este año debutó como coconductor). Pero durante los ‘90 me las rebusqué con bolitos , haciendo teatro en cooperativa y trabajando de clown en el circo del Parque de la Costa. Fui muy prolijo, hice un paso a paso”. 
Ahora, con Zapping y CQC (sábado a las 23 y domingo a las 23, respectivamente, por Telefe), con el ciclo radial Ranking Yenny (sábado a las 9, en La 100), con Vacaciones pagas (programa que hace todos los veranos en “la radio de Juan Alberto Badía”, en Pinamar) y con su unipersonal, siente que a los 42 años sigue “con los pies en la tierra”. 
Que puede ser en su “Ramos querido”, frente al mar o donde sea, porque “llevo el barrio en el alma”. Y eso, lejos de generar peso, da como un alivio. La frase “Vamos friendo... y vamos comiendo” “Me la dijo una vez un amigo del barrio, Luis, a propósito de no estar todo el tiempo proyectando. 
Es una frase tan simple y tan buena que me quedó grabada. Y cuando estoy medio sobrepasado de cosas, pienso en eso y vuelvo al eje. Luisito era muy malo jugando al fútbol, pero en esto la tenía clara”.
Unipersonal 
“La idea era fusionar en un escenario todo lo que vengo haciendo. El espectáculo tiene una estructura teatral, con momentos de improvisación, de guión y momentos de video. Se corre del clásico ‘stand up’. Andaba con ganas de trabajar con el público ahí, a mano, e interactuar”, dice Guillermo López sobre “El trabajo que me dio no trabajar”, la obra que estrenó esta semana y que irá todos los miércoles a las 22.30, en la sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza.

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