TEATRO INDEPENDIENTE EN LA ZONA OESTE


Prof. Julio Pol
Un grupo humano se prepara para repetir el ritual.
El murmullo de los practicantes se apaga lentamente a medida que las sombras los envuelven… y allí, frente a ellos, un estallido de luz hace nacer fantasmas. Criaturas que se derraman generosas y desamparadas, para que ojos anónimos beban sus acciones, las que junto a sus palabras se convertirán en el pan propiciatorio de esa misa pagana llamada teatro.

Sería una actitud pretenciosa de mi parte intentar apuntar algo nuevo a todo lo que ya se ha dicho y escrito sobre ese verdadero y particularísimo fenómeno cultural que significa el Teatro Independiente en la Republica Argentina.
Una posibilidad, que espero no desagrade al lector, sería insistir un poco en la información a modo de introducción y recordatorio. Su origen se remonta al año 1930 cuando el legendario Leonidas Barleta crea el también mítico Teatro del Pueblo. Desde ese entonces hasta nuestros días el Teatro Independiente ha tenido una evolución que lo ha convertido en un movimiento teatral único en el mundo por su vigor, creatividad y progresión permanente.
Desde sus comienzos intentó presentarse como una alternativa al teatro oficial y particularmente al teatro comercial. Su principal objetivo fue, y sigue siendo, producir un acercamiento de la actividad teatral al pueblo, tanto en su calidad de espectador como de teatrista. Este movimiento crece de manera constante hasta los años 60, y es justamente ese crecimiento el que lo pone en crisis.
Muchos de los actores que lo integraban pasan a profesionalizarse. La necesidad de una mayor preparación abre paso a nuevas propuestas estéticas y metodologías de trabajo actoral, haciendo que Stanislavski irrumpa en el ámbito formativo de actores y actrices, obligándolos a un estudio sistematizado al que no todos están dispuestos. Si bien estos factores, entre otros, produjeron una reducción de la cantidad de grupos, promovió también una mejora cualitativa importante.
La dictadura militar que asoló al país desde1976 obligó al repliegue a este movimiento teatral, pero de ningún modo logró su desaparición. Lo que antes se realizaba abiertamente pasó casi a la clandestinidad. Salas alejadas, clubs de barrio, estudios creados en viejas casonas, locales carentes de cartelera que pudieran poner en evidencia su actividad, les permitió a los teatrístas independientes resistir, con el acompañamiento de un público que les demostró siempre su fidelidad.
Esta experiencia de resistencia ejercida desde las sombras dio como resultado, una vez recuperada la democracia, además de una fuerte consolidación de los vínculos grupales, una reformulación de la utilización del espacio escénico.
Obligados, como decíamos más arriba, a refugiarse en lugares no del todo propicios para la actividad teatral, se impulsó forzadamente el abandono de la típica estructura platea - sala con escenario "a la italiana", haciendo que la relación proxémica establecida entre espectadores y actores tornaran difusos los márgenes que los separaban.
Empujados por la fuerza de las circunstancias a ingeniárselas en un teatro pobre (la mayoría de las veces sin haber leído jamás a Grotowski) el Teatro independiente enfrentó los 90…
"El Galpón" es un mítico grupo teatral independiente del Uruguay (porque es justo aquí decirlo; el teatro Independiente es un fenómeno Rioplatense). La elección de ese nombre no es casual. En la argentina del neoliberalismo muchos talleres, fabricas y galpones pasaron a convertirse en espacios culturales.
La destrucción sistemática y premeditada del aparato productivo nacional perpetrada por Carlos Menem y continuada por Fernando de la Rúa, volvió a encontrar a los teatrístas independientes en situación de resistencia.
Con la recuperación económica iniciada en el 2003 y con una presencia mas activa del Estado en la actividad cultural, se abren nuevas posibilidades que los teatrístas independientes no deberíamos desaprovechar. Lo importante es que aquello que nos ha constituido en esencia desde aquel remoto origen hasta nuestros días sigua vivo en nosotros. Ser independientes.
Independientes de toda atadura comercial que implique un condicionamiento a nuestras potencialidades creativas; de todo interés de personas o grupos que niegue la libre difusión de la cultura como herramienta para la liberación individual o colectiva. Independientes para ejercer la libre experimentación técnica en función de la permanente búsqueda de la categoría de buen teatro y una línea de trabajo éticamente y estéticamente responsable. Los teatros independientes son colectivos dinámicos que se encuentran militantemente ligados a los procesos que son propios de la comunidad a la que pertenecen.
En sus integrantes debe prevalecer la consciencia de ser hombres y mujeres de su país, de su tiempo y cuestiondores permanentes de su rol como artistas en la sociedad en la que habitan. La tarea que nos proponemos desde esta columna será la de transitar junto a los lectores, la variada y prolífica escena independiente del Oeste. Contribuir a un mayor conocimiento de esta riquísima franja de producción.
 Conocer las salas y grupos que la integran. Rastrear su origen, conocer sus actividades presentes y sus proyectos futuros. Establecer un dialogo critico con los teatrístas y ahondar junto a ellos en su conexión con el universo de la creación artística. En definitiva, hacer participes a los lectores del trabajo abnegado y apisonado de aquellos que teniendo como único recurso su talento y su voluntad inquebrantable, nos entregan su arte para hacer de este magullado mundo un lugar más bello y habitable…
Fuente: Periódico Compromiso

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