Alimentos integrales: Mitos y realidades

Creemos saber qué son los alimentos integrales y los compramos cuando iniciamos una dieta porque imaginamos que son saludables y Light. ¿Es esto cierto? 
Aquí confrontamos los rumores acerca de un alimento y sus verdaderas propiedades. Estas preguntas ayudarán a conocer mejor para qué sirven y en qué pueden contribuir a nuestra salud.

1- Los alimentos integrales solo aportan fibra.
2- Los alimentos refinados solo mantienen el almidón
3- Los panes o galletas con fibra agregada son integrales4- Los alimentos integrales solo pueden ser los cereales

5- El exceso de alimentos refinados llevan a la obesidad

6- Los alimentos integrales hacen adelgazar

7- No es bueno incorporar mucha cantidad de fibra a nuestra dieta de golpe.

Por cada respuesta correcta sume 1 punto

1- FALSO. Con el nombre de “integrales” se denomina a aquellos cereales y legumbres que conservan su integridad físico-química, es decir, que no han sido refinados. Pero las propiedades de este tipo de producto superan en mucho al aporte de fibra (de por sí muy bueno). Por ejemplo, un grano de cereal está formado por una estructura de capas, de adentro hacia fuera: germen, almidón y corteza (o pared celulósica). Todo alimento integral tiene fibra, pero no todo alimento con fibra es integral.

2 – VERDADERO. Los productos refinados o “blancos” sólo tienen el almidón. Cuando consumimos pan o arroz blancos por ejemplo, obtenemos la energía del almidón, pero perdemos la fibra y las vitaminas B1 (tiamina) y B2 (riboflavina), que están en el germen y en el salvado de los granos, y que favorecen el metabolismo e influyen sobre el sistema nervioso y otros tejidos.

3 – FALSO. Muchos de los panes y las galletas que hoy se ofrecen en el mercado como “integrales”, en realidad están hechos con harina de trigo refinada a la que luego se le agrega avena arrollada, harina de centeno o, más frecuentemente, salvado de trigo: la misma “cáscara” que se le quitó en la molienda cuatro ceros. Con este proceso se pretende “recuperar” la fibra original del cereal, pero siguen faltando, por ejemplo, las vitaminas del germen.

4 – FALSO. Si bien es cierto que las principales fuentes son los granos de los cuales los más comunes son: trigo, arroz, avena, maíz y cebada entre otros, las legumbres también pueden ser consideradas dentro del grupo de alimentos integrales. Las más utilizadas son las lentejas, las arvejas, las habas, los garbanzos y los distintos porotos, como los de soja.

Por otra parte, se denominan alimentos integrales a todos aquellos alimentos que se encuentran en su estado original antes de ser sometidos a cualquier un proceso de refinación (congelación, deshidratación, extracción, envasado, etc.), que reduce un el 80% de su valor nutritivo. En este sentido, podemos incluir frutas, verduras, semillas, etcétera.

5 – VERDADERO. El consumo elevado de alimentos refinados y el sedentarismo están entre las principales causas de las enfermedades crónicas, como el cáncer y la obesidad. Además, las enfermedades anteriormente mencionadas están íntimamente ligadas a la obesidad a través de diferentes mecanismos, con lo cual, al aumentar el contenido de fibra dietaria en el plan alimentario del paciente obeso, se contribuye a prevenir complicaciones.

6 – FALSO. La fibra contenida en los productos integrales aumenta el volumen y el valor de saciedad de la dieta, y contribuye como herramienta indispensable en el tratamiento de la obesidad, pero no ayuda a adelgazar por sí sola.

7 – VERDADERO. Si venimos de una dieta que no incluye alimentos integrales ni frutas frescas, no es conveniente incorporarlos de golpe. Puede “pasarse” de la cantidad de fibra recomendada, y tener trastornos gastrointestinales, flatulencia, diarreas ya que la pared celular de los vegetales no es digerida. Pero incorporados de a poco, el organismo se acostumbra, se mejora el tránsito intestino. Se puede comenzar con las harinas integrales, luego las legumbres combinadas con cereales. Se puede comer hasta tres unidades de fruta por día, acompañar la carne con ensaladas crudas y utilizar aceite vetgetal de buena calidad en lugar de manteca. Por último reemplar el azúcar blanco por miel o azúcar integral.

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