Bicentenario de la Batalla de Tucumán

El Exodo
La orden del Triunvirato era clara: Belgrano debía tomar a ese ejército y replegarlo hasta Córdoba sin enfrentar, bajo ninguna circunstancia, al ejército realista.
Por Hernán Brienza
Había nacido el bando unitario y sólo importaba salvar al puerto de Buenos Aires, postergando la declaración de la Independencia y promulgar la Constitución, y si era necesario, entregar la mitad del territorio y dejar a su población a merced de la venganza realista.Así fue que Belgrano llegó el 27 de marzo de 1812 a la Posta de Yatasto para hacerse cargo del Ejército del Norte, diezmado, sin paga ni pertrechos, con la moral por le piso y sin recursos siquiera para sobrevivir. Al pedido de sables, Rivadavia le contestó a Belgrano que lo dejaba a su suerte.

Durante cinco meses Belgrano trató de organizar lo imposible. Debía acatar pero no podía abandonar al pueblo. Así fue que al alba del 22 de agosto, ordenó el comienzo de lo que aquel entonces se llamó como “Retirada”, peor con el tiempo se conocería como “El Exodo Jujeño”.Con las tropas de Goyeneche pisando los talones, el pueblo del norte emprendía la marcha vaciando sus casas, abandonando las pertenencias que no podían cargar, incendiando sus tierras. Belgrano aplicaba la estrategia de “tierra arrasada” y la fecha del regreso podía ser jamás.Belgrano, esperó hasta el final. Fue el último en salir de Jujuy.

El combateSeguir escapando era un suicidio colectivo. La Revolución también moriría. Los realistas ya habían ocupado Jujuy t Salta y estaban lanzados a la persecución de los patriotas. El 3 de septiembre Belgrano organizaba el cruce del río de Las Piedras cuando supo que el enfrentamiento era inevitable. Ese día, en el Combate de Las Piedras, tendrían su bautismo de fuego Los Decididos de Jujuy, con el propio Belgrano dirigiendo la carga de caballería en primera línea. Fue la primera victoria patriótica, pequeña, pero que restauró el ánimo combatiente y confirmó a Belgrano que no había otra opción que desobedecer al Triunvirato: la marcha hasta Córdoba no era una posibilidad, había que enfrentar al enemigo y definir a suerte y verdad el mismísimo destino de la Patria.Así, el 24 de septiembre de 1812, un pueblo con Belgrano a la cabeza estaba a las afueras de Tucumán desde hacía doce días, esperando el momento en que la hora decisiva de la historia tuviese que ser escrita. Y la escribieron en el Campo de las Carreras.

El puebloTodo el pueblo marchaba agotado con la angustia dibujada en cada rostro cobrizo nacido de la tierra altoperuana. Avanzaron a un ritmo frenético y en menos de 48 horas habían recorrido 110 kilómetros. La retaguardia era protegida por una nueva formación: el Regimiento de los Decididos de Jujuy conformado por jinetes de entre 14 y 17 años.La Revolución caía en la desesperación. Un abogado improvisado como general marchaba frente a un ejército de jóvenes y fantasmas que debieron dejar todo lo que tenían detrás.
Especial: Argentina.ar

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